Por Giuliana Migale Rocco

El ritmo del mundo: ¿Políticas de escucha?

Diagonal Norte
3 min readOct 22, 2020
Crédito: @Andrew Buchanan — Unsplash

“La poesía transforma el mundo pero nunca inventa uno nuevo”
Tamara Kamenszain, Una intimidad inofensiva

En un contexto donde, como afirma Baricco en The Game, el mundo “se nos aparece como una frontera misteriosa”, donde la revolución que estamos viviendo “blanquea, enmudece, se abisma”, ¿qué brújula podría ordenar el pensamiento? ¿Cómo podemos aproximarnos, desde lo digital, a los matices de la realidad? ¿Cómo diseñar políticas públicas cuando la linealidad entre las decisiones, las intervenciones y su impacto ya no es tan clara?

La fragmentación de los contenidos, la autonomía de las personas a la hora de acercarse a la información y la desmaterialización de los vínculos dan cuenta de una transición a un nuevo modelo económico y social. Un modelo en el que que las plataformas digitales se presentan como un medio que transforma, de manera radical, las infraestructuras, productos, servicios y contenidos existentes. Esta revolución digital tiene sus raíces en una revolución mental y cultural, es decir, en una forma de aproximarnos y de estar en el mundo.

¿Cómo orientarse, entonces, al pensamiento?

quizás
se trata, nada más
de experimentar
de transitar desde lo relacional
y de desarrollar, así, un pensamiento
(abierto, siempre dinámico)
que se elabora
a partir de lo que existe
y a medida que se avanza
con la certeza
que se trata, solamente
de un boceto

Si, como sostiene Alexander Kluge, la experiencia inmediata no puede expresarse sin errores ni distinguir con claridad cuáles son los puntos más relevantes de una determinada situación, ¿cómo diseñar políticas, programas y proyectos que brinden soluciones eficientes y sostenibles a las problemáticas que se presentan en la contemporaneidad?

Evidentemente, no existe una respuesta unívoca a esta pregunta. Sin embargo, podemos decir que el contenido de una política pública — desde la definición del problema hasta el desarrollo y la implementación de los planes de acción — se encuentra mediado (y condicionado) por un conjunto de reglas institucionales generales y específicas, un amplio entramado de actores públicos, privados y de la sociedad civil y el acceso a distintos tipos de recursos. En este sentido, la calidad de cada intervención estará dada por: la coherencia estratégica de la política, es decir, la consistencia entre las políticas, sus metas y los procesos de gestión interna; la capacidad funcional de quienes están involucrados, asociada a su competencia, aunque también a su motivación y flexibilidad; y el grado de integración de todos los stakeholders que conforman el ecosistema en el que se sitúa la intervención.

En definitiva, la capacidad de garantizar la armonía de las expectativas y los intereses de los diferentes actores tiende a incrementar el sentido de pertenencia y reducir la conflictividad al momento de gestionar y poner en práctica los proyectos diseñados. Pero, sobre todo, permite poner en valor el patrimonio material e inmaterial de cada comunidad.

Innovar significa evolucionar; es decir, construir, desde lo que existe, un modelo por fuera de lo esperado. Y así, identificando una cartografía de base, que devenga en una planificación táctica que genere conexiones entre los objetivos planteados y las transformaciones deseadas, quizás podamos cocrear propuestas de valor que nos permitan fundar iniciativas adaptables.

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